Desde el descubrimiento de la radiación a finales del siglo XIX se pensó en su utilización médica, tanto en diagnóstico (rayos X) como en terapia de tumores (bombas de cobalto). Actualmente hay infinidad de técnicas de diagnóstico y terapia basadas en el uso de las radiaciones.

La braquiterapia es la aplicación terapeútica de radiación desde dentro del cuerpo humano. Tal vez la más popular sea la inserción de agujas de iridio radiactivo para destruir el cáncer de próstata sin necesidad de cirujía. Estas aplicaciones son tan frecuentes en los hospitales que se hizo evidente la necesidad de un laboratorio de calibración de las fuentes utilizadas.

La braquiterapia intracoronaria (BIC) utiliza fotones de baja energía o mejor aún electrones emitidos por el Ytrio 90 para evitar el cicatrizado excesivo de la arteria coronaria tras una operación de ensanchamiento de la misma  y así evitar el problema de la “restenosis”.

El laboratorio de cateterismo de los hospitales es el lugar donde se realiza este tipo de braquiterapia y el problema de dosis no lo presenta la fuente radiactiva como se podría pensar, sino el método de guiado de la misma desde su entrada por la arteria femoral hasta llegar al corazón. El guiado se hace necesariamente con una radiografía continua del cuerpo del paciente pero con la presencia física de cardiólogo, anestesista y auxiliares, los cuales reciben una dosis significativa que hay que minimizar.